Adelfas
quietas no murmuréis más.
Bajo
el lago, la oquedad del burbujeo
en
perfecta y seca circunferencia
ya
no es una adivinanza.
Como
no lo es
lo
que os viste nervudos
los
renuevos largos.
Siempre
imprudente el sapo
rompe
el espejo perfecto
con
su salto,
y
es que en estantes aislados
vivimos
sin asenderarnos,
salvo
que alguno quiera
peregrinar
a otra repisa
sin
atormentar algunos hábitos.
No,
adelfas
quietas no murmuréis más.
Nená de la Torriente