Conozco
la cuna de los antisociales,
con
días en llano
y
otros duros como el pedernal,
siempre
bajo la nube incendiaria.
Conozco
el regazo de los solícitos,
amparadores
si eres amable
y
aunque lesiones te sirven babas
con
esos besos en metralla
siempre
al cobijo del sol más alto.
Conozco
el alcázar de los arrogantes,
expansivos
y lenguaraces,
con
días de atropello,
de
seducción y fuerte amarre,
siempre
escalando por algún barranco.
Pero
a menudo los antigregarios
son
los amables,
y
los solícitos los arrogantes,
y
los lenguaraces los más solitarios
de
este mundo.
Nená
de la Torriente