No
siempre las palabras nos sirven.
A
menudo no llegan donde las enviamos y
los
recados se burlan de nosotros
con
otros vestidos que ni hubiéramos imaginado.
Son
insuficientes si quieres armarte con ellas,
si
es el único puente que utilizas para cruzar
a
través de las cosas, para estrechar la mano,
para
que te crean.
Cuántos
han creído ver sentimientos donde
no
los había y nos han alejado descortésmente,
y
cuántos otros nos han acercado creyendo
que
les estábamos llamando y no era así.
Algunos se han sentido atacadas, referidas,
señaladas
con el dedo y ha sido toda una sorpresa,
como
aquellos que hemos querido hablar
y
jamás nos han escuchado con esa atención
que
pretendíamos.
Las
palabras solas no sirven.
Es
jugar a que jueguen,
ellas
tienen el ronzal y las bridas
porque
no nos pertenecen y una vez libres
se
dislocan, provocan miedo, excitan,
se
dicen qué pensarán los demás,
forjan
deseos, creando mundos infinitos.
Nená de la Torriente