martes, 17 de junio de 2014


En la quieta inquietud dos vientres, 
 sordos y ausentes, 
solos en esa habitación nuestra 
donde de piel a piel un punto exacto, 
confluyendo en la sed de colmarse. 
No hay nada más en el mundo 
que este encuentro perfecto, 
todo lo demás no importa. 
La naturaleza y su ortodoxia conocen más 
que todas las jurisprudencias. 
Un te amo al oído,  un abrazo pelágico, 
ata la razón-raíz que todo lo contiene 
y ya no hay forma de separarlos. 
Lo que fuera carne ahora es viento,
lo que fuera viento ahora es fuego, 
hoja pareja viva de otra hoja, 
  sereno basar de la existencia. 




Nená de la Torriente