Ya
no raspa las patas el escarabajo,
porque
le han dicho que a morir se viene
boca
abajo.
Ya
no presume de soberbia elegancia
la
serpiente,
porque
muda la piel como cualquier bestia.
Ya
no sonríe el corazón que amaba a todos,
porque
sabe que todos no significa nadie.
Ya
no se detiene el agua en los pies bonitos,
porque
éstos dejarán la edad en la roca.
Ya
no piensa aquel que tanto pensaba,
porque
perdió el corazón entre dos axiomas.
Ya
no puedo escribirte aunque te quiera,
porque
aprendí que el amor no salva la memoria.
Ya
no escuchan los pájaros del monte,
porque
al monte le han crecido muchas casas.
Ya
no llora el sauce por los condenados,
porque
ya los acogió entre sus hojas.
Nená de la Torriente