De
lo finado nace la madreselva
y
sobre lo desolado
vuela
la nube copiosa,
porque
tiempos serán
que
tiempos pasen
y
devuelvan el solfeo a la risa.
Huele
a junio y ni siquiera
te
has vestido aún
de
acera florecida,
no
te has pintado los labios
con
sabor a almíbar
¡Ve
y no busques prórrogas!
Los
restos del bocadillo
se
irán pudriendo en el banco,
y
una bandada de gorriones
con
sus picos chicos
parecerán
gotas de aire suspendidas.
¿Por
qué lo llamabas cálamo
cuando
querías decir agua?
Mira
tu belleza, íntimo manantial
de
lo benévolo,
sal
aprisa a recorrer los codos
que
dibujan tu cuerpo,
como
si fueran tarros con esencias.
¡Hazlo
ya, ahora,
y
no te ocultes más entre los cáñamos!
Nená
de la Torriente