Coge
de mí lo que cabe en mi piel
y
debajo de ella
pero
no me lo devuelvas nunca.
He marcado con tu nombre
todo
lo que me limita, y he volteado
mis
labios para que te besen hasta la asfixia.
Toma
de mí el alcance de todos mis versos,
los
que se construyeron solos y
los
que no supe cómo escribir.
Derrama
sobre ellos la cosecha del vino
más
humano que exista,
los
gestos que se componen a solas
con
las persianas a media altura,
con la reserva descabalgada,
y
aquella voz interior que escuchas
aunque disimulas, y que sólo unos pocos
llaman
conciencia o reflexión.
Nená de la Torriente