por
no mentirte.
La
vida no aploma una verdad
si
es dura, pero sí endurece
las
vísceras que nos muerden,
nos
van haciendo viejos de un golpe seco
y
enormes temerosos de los guiños.
No
vuelves a ser fuente de aguas claras,
emanando
sin medida, casi obscena,
pretendiendo
devolver a cualquier nube
lo
que ella misma nos obsequia.
Observas con la nitidez del vencido
como
se pelean las noches por dilatarse
para que sean bebidas por tus ojos desplegados,
desabrochados para siempre de ciertas cosas y
colgados
en la percha donde aparcaste el alma.
Te
dicen un desierto por no mentirte,
pero
a ti ya todo eso te da igual.
Nená de la Torriente