domingo, 8 de junio de 2014

-De sábado a domingo-


Se resiste la voz de la tarde 
a ser cautivada, 
se resiste a que le tome el pulso 
la noche: 

“No empujes morena de lunares 
blancos -le dice,  contrariada, 
que yo tengo un traje rayado, 
siempre de colores distintos”

Pero la noche cabalga a lomos
de un lobo pardo 
y no quiere saber de tinturas 
ni de coloraciones. 
Corre en la angostura 
que el callejón de las horas 
le da cobijo,  a menudo tan largo 
como punzante. 

“¡Venid conmigo! -grita como una fulana. 
“¡En mi albergue todo vale, 
no hay orfandades!”.

Pero llega el alba muy despacito, 
como el pecho materno 
que se arrima al recién nacido,  y 
casi por instinto éste se agarra 
sin hacer preguntas, 
como descanso de todas 
las frivolidades. 




Nená de la Torriente