sábado, 22 de febrero de 2014

Escribo


No puedo escribir pensando 
qué pensaré mañana, 
si algo es pecado o si aquello 
es política. 
Me sentiría un fraude, 
un panfleto, 
un policía del espíritu o 
un obrador de marionetas. 

Escribo porque me vibran 
los dedos en la extensión 
de sus yemas,  y el corazón 
me late aprisa, 
y siento como el aire mece 
un sinfín de sensaciones 
que están inconclusas, 
y van buscando ventanas más allá 
de mis ojos,  en otras pupilas, 
que alarguen un sentimiento. 

Y digo sosiego, 
y digo belleza, 
y plenitud, 
y conciencia natural 
de vivir entre los otros, 
pasando por encima de credos 
y de ideologías. 

Porque ser de izquierdas, 
de derechas o republicano, 
no me está diciendo nada; 
Como no me está contando
lo que quiero de ti, 
que seas cristiano, judío
ateo,  o musulmán.

Pero sí me habla tu pulso, 
la manera que tienes de 
inclinar la cabeza, 
de dolerte por otro 
y de mirar de frente al poniente, 
sin temer que tu raíz se haya 
quedado sin tierra,  donde
posar tus despoblados huesos. 




Nená de Torriente