lo
que me quede, 
porque
te he prestado mis zapatillas, 
como
yo recibí las de otro. 
Hay
tantas maravillas, 
que
en una sola gota de rocío 
un
universo sobrevive a otro paralelo.
No
puedo dejar de sorprenderme 
ni de mirarte,  ni de miraros a todos, 
porque
sois faros de luz 
de
océanos ocultos 
poblados
de riquezas. 
Algunos
sólo miráis al horizonte 
-esa
fijación ciega-, 
pero
la maravilla está revoloteando 
en
el aire que exhaláis, 
en
el que os entra, 
en
el del beso, 
en
el de la proximidad 
de
la caricia, 
en
la humedad que levanta 
la
carcajada. 
Vivir
es un acto heroico decís, 
y
yo ladeo la cabeza, 
como
un perrillo que no comprende 
a
los humanos, 
porque
hablan y hablan,  y hablan 
un
lenguaje extraño, 
en
lugar de retozar en el campo. 
Nená de la Torriente
