domingo, 2 de febrero de 2014

Ten a bien borrarme el hondo 
de las huellas, 
para no atrasar a otro 
-le guiño a la negrura de la nube 
que presiento que descargará 
tras mi hombro. 
Ella parece que sonríe, 
como quien ha escuchado eso 
muchas,  muchas veces-

Qué bello es el cielo cuando amenaza 
lluvia,  qué espléndido, 
como si pudiera lavarnos a todos, 
calles,  plazas,  al mismo océano con su lengua 
de sal que nunca duerme. 
Ojalá pudiera limpiarme entera, 
repetir curso con ese acto. 
Que en el reguero de agua se vaya todo lo malo, 
que se lleve el caos y el mal ajeno, 
el dolor que he proporcionado y el amor 
que no he sabido entregar. 





Nená de la Torriente