desconozco
la puerta o el tablón
que
desvencijaste.
Soy
de levantar muros
con
sonrisas cálidas
cuando
el invierno trata de disfrazarse
de
primavera.
Ahora
las ventanas se llenan
de
insólitas margaritas tatuadas
sobre
el vapor de los cristales,
y
yo no lo entiendo.
Repaso
mis dedos, los observo
y
trato de averiguar por qué tiemblan,
y
es que estás entre mis cosas,
invadiendo
las grandes y
asaltando
las pequeñas,
con
la espontaneidad de un pestañeo.
…
Y
no sé cómo llegaste,
ni
qué palabra me dijiste,
ni
cómo hiciste que te pensara
de
esta manera tan arrebatada y
tan connatural.
Nená de la Torriente