No hay razón por la que escribo.
Mis manos, son las ramas
que empuja la fuerza del río,
imposible detenerla.
de un animal herido hacen de isla,
y acaricio su cansancio.
Me hago roca
y tronco y piel
y tronco y piel
y sangre,
pudiendo sentir toda la fuerza
de la naturaleza, y el amor,
la parada necesaria que busca
el cobijo,
ser ayuda, amante y madre,
no barrido de aguas.
Pero pronto llega la lluvia y
pierdo
las fuerzas, mis ramas son
arrastradas
a cascadas
turbulentas,
a caídas de pérdida de memoria,
y me sumerjo en el limo callado
sin saber donde estoy,
y me sumerjo en el limo callado
sin saber donde estoy,
pero sigo sintiendo el dócil
movimiento
del agua profunda,
del agua profunda,
y escribo,
porque no hay ninguna razón,
ninguna,
es esa fuerza implacable que tira de mí.
ninguna,
es esa fuerza implacable que tira de mí.
Nená de la Torriente