y
su maravilla
si
en vuestros ojos
está
lloviendo.
De
qué la caída amarilla
de
una hoja que se renueva
silenciosa
y pausada,
si
vuestros pies van tan deprisa.
De
qué sirve ver tanto color
en
la sonrisa del niño,
si
sólo os preocupa si os desvalija.
De
qué todo este resplandor
amaneciendo,
si
hundís la cabeza en el pecho.
Para
qué este olor a perfumes
infinitos,
si
sólo olfateáis las aceras.
La
avaricia de papeles usados,
de
mano en mano
y
de reventa o tercería.
Para
qué tanto amor en los labios
si
no se escancia en su clara copa,
sólo
en palabras,
términos
o voces muertas.
De qué sirve.
De qué sirve.
Nená de la Torriente