viernes, 21 de febrero de 2014

De qué sirve la nieve 
y su maravilla 
si en vuestros ojos 
está lloviendo. 
De qué la caída amarilla 
de una hoja que se renueva 
silenciosa y pausada, 
si vuestros pies van tan deprisa. 
De qué  sirve ver tanto color 
en la sonrisa del niño, 
si sólo os preocupa si os desvalija. 
De qué todo este resplandor 
amaneciendo, 
si hundís la cabeza en el pecho. 
Para qué este olor a perfumes 
infinitos, 
si sólo olfateáis las aceras. 
La avaricia de papeles usados, 
de mano en mano 
y de reventa o tercería. 
Para qué tanto amor en los labios 
si no se escancia en su clara copa, 
sólo en palabras, 
términos o voces muertas. 
De qué sirve.






Nená de la Torriente