Exhibe
bajo glauco jugoso
el
nido redondo, el candado roto,
el
estigma espontáneo de lo libre.
Dibuja
desunidos trazos
de
su avance o su descenso.
Insignificante
a tu ojo,
temible para otros,
anega o da de beber,
abruma o estrangula.
¿De
dónde vino se preguntan?
Para
entonces el sol,
en
su reclamo de brillo
cuando
corona el campo y
lo
llena de rubios y ambarinos,
ya
lo hizo desvanecer.
Nená de la Torriente