Tanto
y
en esto se queda.
Aliento
asmático
que
apura el oxígeno
y
pita,
y
sigue pitando,
y
dice ¡estoy aquí, cuerpo!
Así
los versos,
uno
a uno, de él y de ella,
que
beben del alma entera
y del temblor de sus labios ciertos.
Se entregan,
y
siguen entregándose,
y
dicen ¡aquí estamos, mundo!
Queda
la boca entreabierta
y el fardo de poemas escritos,
nunca
el denuedo por respirar
ni
la existencia de verdaderos seres.
Nená de la Torriente