desde
mi espacio cubierto
de
azules la mayor parte del tiempo,
aunque
lo visiten algunos anaranjados,
y
violetas y malvas,
hasta
grises enojosos
que
necesitan descargar su pena.
Te
miro
y
me sorprendes,
tan
distinto tú,
de
estas manos mías
y del baile que lentamente
hace que se levante mi pecho,
que
gire mi cadera
en
vaivenes de dunas,
y
mi pelo dé vueltas como si estuviese
flotando.
Tú
tan recargado,
racional, imán de significados,
semántica
de botones oscuros,
¿cómo
has encontrado este lugar
tan
sencillo?
Porque
lo es tanto, que parece
sumamente
complicado,
pero
no para alguien como tú,
que
sólo tiene que mirar cómo muevo
mis
manos, como las olas se arremolinan,
despacio, muy despacio,
despacio, muy despacio,
para saber que has llegado a un lugar
donde no hay misterios.
Nená de la Torriente