lunes, 10 de febrero de 2014

Te miro, 
desde mi espacio cubierto 
de azules la mayor parte del tiempo, 
aunque lo visiten algunos anaranjados, 
y violetas y malvas, 
hasta grises enojosos 
que necesitan descargar su pena. 





Te miro 
y me sorprendes, 
tan distinto tú, 
de estas manos mías 
y del baile que lentamente 
hace que se levante mi pecho, 
que gire mi cadera 
en vaivenes de dunas, 
y mi pelo dé vueltas como si estuviese 
flotando. 
Tú tan recargado, 
racional,  imán de significados, 
semántica de botones oscuros,  
¿cómo has encontrado este lugar 
tan sencillo? 
Porque lo es tanto,  que parece 
sumamente complicado, 
pero no para alguien como tú, 
que sólo tiene que mirar cómo muevo 
mis manos,  como las olas se arremolinan,
despacio, muy despacio, 
para saber que has llegado a un lugar
donde no hay misterios. 





Nená de la Torriente