Teníamos
los dedos cruzados
detrás
de la espalda.
El chicle mudo debajo de la lengua.
Cuatro
ojos a punto de romperse
mordidos por la risa
y
un tic, tac, en espera.
¿Quién
se llevó lo que falta?
¿Quién
lo que dijo?
¿Quién
si reímos?
¿Si
nos atizó con la regla,
si
nos reprendió severamente
o
nos puso de cara a la pared…?
El
tiempo no pasa, desborda los cantos
de
las cosas.
Son
demasiadas,
empujándose
unas a otras
por miles de instantes vividos
como
si fuesen el último día.
Esa carrera loca de
¡vive, vive,
que
tal vez no quede otro
para jugar, por
respirar!
Minutos a minutos,
segundos a segundos
sin tiempo para tomar notas.
La
vida es una enorme
bocanada
de aire.
Nená
de la Torriente