miércoles, 5 de febrero de 2014

-Te llamo, me llamas-

Tarareo tu nombre 
cuando mi luz se apaga 
y se encienden las fugaces 
como díscolas linternas. 
Mis dedos se duermen 
y aún callada la cama 
las uñas arañan 
el edredón. 
Te vas 
sin haber estado 
pronunciando mi nombre 
como quien desenvuelve un regalo, 
con esa voz cándida 
llena de entusiasmo 

¡Nená, 

Nená...!

Y yo te oigo, 
siempre llegando, 
no importa cuántas veces me llames, 
ni cuantas otras yo inconsciente,
tararee las sílabas de tu nombre. 






Nená de la Torriente