y
sé que estás.
Porque
no estando
me
levantas del suelo.
Porque
agachas mi cabeza
cuando
mi sangre se vuelve negra.
Porque
presiento tu beso
cuando
grito.
Porque
como yo,
ya
le has dicho basta
al amor
al amor
demasiadas
veces,
porque
como tú,
le he llorado a la injusticia
insuficientes
veces.
Porque
nunca estaremos satisfechos,
pero
sabemos que el roce
de
mi palma en tu palma,
de tu pupila
en
el brillo de mi pupila,
nos colmará por un instante
de ingravidez.
Nená de La Torriente