viernes, 7 de febrero de 2014

Porque no te nombro 
y sé que estás. 
Porque no estando 
me levantas del suelo. 

Porque agachas mi cabeza 
cuando mi sangre se vuelve negra. 
Porque presiento tu beso 
cuando grito. 

Porque como yo, 
ya le has dicho basta
al amor 
demasiadas veces, 
porque como tú, 
le he llorado a la injusticia 
insuficientes veces. 

Porque nunca estaremos satisfechos, 
pero sabemos que el roce 
de mi palma en tu palma, 

de tu pupila 
en el brillo de mi pupila, 
nos colmará por un instante 
de ingravidez. 




Nená de La Torriente