Escribo
No
puedo escribir pensando 
qué pensaré mañana, 
si
algo es pecado o si aquello 
es
política. 
Me
sentiría un fraude, 
un
panfleto, 
un policía del espíritu o 
un
obrador de marionetas. 
Escribo
porque me vibran 
los
dedos en la extensión 
de
sus yemas,  y el corazón 
me
late aprisa, 
y
siento como el aire mece 
un
sinfín de sensaciones 
que
están inconclusas, 
y van buscando
ventanas más allá 
de
mis ojos,  en otras pupilas, 
que
alarguen un sentimiento. 
Y
digo sosiego, 
y digo belleza, 
y
plenitud, 
y
conciencia natural 
de
vivir entre los otros, 
pasando
por encima de credos 
y
de ideologías. 
Porque
ser de izquierdas, 
de
derechas o republicano, 
no
me está diciendo nada; 
Como
no me está contando
lo que quiero de ti, 
que
seas cristiano, judío
ateo,  o musulmán.
Pero
sí me habla tu pulso, 
la
manera que tienes de 
inclinar
la cabeza, 
de
dolerte por otro 
y
de mirar de frente al poniente, 
sin
temer que tu raíz se haya 
quedado
sin tierra,  donde
posar tus despoblados huesos. 
Nená de Torriente