lunes, 31 de marzo de 2014

LA NOCHE



Ahora cuando amenazo 
con ponerme a contar estrellas, 
puedo escuchar como se ríe la luna 
de toda la inmensa anochecida 
que me estoy perdiendo. 

Yo pensando en el enlutado, lóbrego, 
que la noche me muestra, 
como una mancha opaca y mate 
cuya única maravilla 
son sus diminutos puntos rutilantes, 

pero la redonda grande me enseña los dientes 
con mil risotadas. 

Sólo tengo que mirar con intención 
como se hacen las cosas, 
y llego a ver un millón de estelas 
de variaciones de oscuro, 
como un mar y su lento oleaje.

Veo la sombra blanca de la nube 
rozar graciosa las quimas más altas, 
hasta cómo el viento la levanta y la peina en corona. 
Siento las pupilas de muchos otros 
que buscan en lo impreciso las manos blancas 
de una luz distinta, 

y me doy cuenta de la magnitud del universo, 
porque cuando respiro profundo 

es él quien me inhala a mí. 






Nená de la Torriente