que
se instala sin permiso,
sube las persianas
y rompe los pernios
de una sacudida.
Sin
antecedentes
ni semejanzas,
ninguna similitud con nada
que
antes hubiera surgido.
Esencia
invariable de una extraña
primavera,
donde
al árbol con el tronco seco
le
brotan flores del color del vino.
El
hombre aún no vencido
sucumbe
a ese perfume,
con
la asistencia de la razón
en una mano,
y
en la otra,
de
su corazón, el avivado ritmo.
Sólo
el torpe anósmico sigue su camino
(tal vez incrédulo o temeroso),
dándole
la espalda al árbol del tronco seco
que
le han brotado flores del color del vino.
Nená de la Torriente