la
llamarán de tú.
Pero
la muerte no premia,
no
hace bueno al malo,
ni
candoroso al incurso,
ni
magnífico al mediocre.
La
muerte sigue siendo dama,
una
señora mal querida,
no
codiciada por el que ama
la
vida, ni ambicionada
por
el que la teme,
e ignorada por el que
siendo
humano,
quiere perder
lo
que le causa calvario
y
la rechaza
(el
empecinado epicúreo).
El
que en vida es hermoso
muerto
se le recuerda hermoso,
imposible
pensarle feo.
(Absurdo sería
hacer un giro completo)
Al
que muerto se le recuerde
como
un genio, o como un bárbaro,
que
sea siempre porque en vida
lo
fue.
***
No
llorarán las amapolas
al
segador que las cortaba,
como
no reirán en su tumba
las
hijas de un buen rey.
Nená de la Torriente