Aquí
las Boronias y Primulas
se
alborotan y prenden de olores
el
aire que roza el suelo.
Allí
la sangre respira húmeda arena,
esencia
de hierro,
el
silencio que retumba
en
un grito seco;
y sigue siendo la misma
donde
sembrar una rosa.
Llora
la tierra y nadie la escucha.
Como llueven ahora lagos volcados,
en México, en
Río o en Bolivia
llevándose
la pena y la alegría,
la
vida en todas sus medidas;
aunque
siempre haya un bobo Evo
echándole
la culpa,
la
culpa,
la
culpa al capitalismo.
(Otros dirán que es el socialismo,
o las re-ligazones con el único Dios
que existe)
¡Oh,
las sentencias, qué hará la tierra
con
conceptos sin manos que la acaricien!
Tanta
pelea y tan poca convivencia,
sin
transigencia ni conformidad.
La
paciencia necesaria
para
repoblar el mundo
con
muchas menos
letras,
y un
manojo
más
de
rosas.
Nená
de la Torriente