de
lo que ven estos ojos,
de
cómo tornan el color en signo,
y
el signo en grafía.
Qué
sabrán esas lenguas que
todo
lo proclaman
de
cómo enlazo con un garabato
un olor a
este cuerpo,
y
de este cuerpo a otro cuerpo.
Una
cualidad, un carácter, la runa
formada
en una frente y acariciada
por
mis dedos,
como
cualquier viejo tronco que late
cuando
reclino mi sien.
Qué
sabrá la sombra rastreadora,
esa
la luna que simulo que persigo,
las
palomas en el lugar de las hojas,
los
semáforos rojos, ámbar o verdes,
de
todo lo que voy pensando.
Y
qué sabrán las voces que andan conjeturando
el
qué, porqué y el cómo,
si
no saben quién está detrás de todo
lo
que coloreo y escribo,
ni
cuánto me aquilata el corazón.
Nená de la Torriente