de amor extraños,
abantos
recorridos
que colisionan
indefectiblemente
con tapias.
Un
par de pasos y la ceguera,
y
en la convalecencia
media sonrisa,
un
suspiro y otro tabique,
que no es más
que
una medianera
entre dos cuerpos
que
se andan buscando
y
nunca se tocan.
¿Qué
es tan importante?
Lo
que tú llamas encuentro
lo
reduces a un escarolado
de sábanas
y
un par de instantes de éxtasis.
Imagina
poder llamar encuentro
a
saber cómo huele otro
sin haberle visto nunca,
y
sentir el tacto
de sus manos en las tuyas
indistintamente,
y su voz en tu oído,
tu cabeza en su regazo,
y su voz en tu oído,
tu cabeza en su regazo,
y
no llamar a esto amor
porque amor no es esto.
Parece
complicado
como todos los dédalos
pero
se halla el camino,
no
se golpea uno contra el muro
renegando del amor y de las caricias
por
no tener bienandanza,
no se cierra el corazón con una grapa
ni se esputa coágulos de sangre
para
maldecir a la entelequia.
Lo cierto es que es ella, la ilusión
la que nos salva, la fantasía misma,
es la
luz que nos ilumina
para lograr salir del laberinto.
para lograr salir del laberinto.
Nená de la Torriente