lo que oculta,
rasga
de parte a parte
la
pavura que hay en su silencio.
No
dejes que una vez más
la
intimidación y la amenaza
se
lleven lo pulcro y
dejen en su lugar
lo
desapacible y lo imperfecto.
Que
lluevan conchas,
no batracios,
agua
de orillas,
no carne de tierra adentro.
Que
se abran los bornes
o el diminuto agujero
donde
cupo una llave,
y que salgan el botón y la ternura
de lo oscuro presos,
antes
de que ya no queden
más prórrogas.
más prórrogas.
Nená
de la Torriente