sábado, 1 de marzo de 2014


Él sabe que me duele su dolor, 
que hago mío el dolor de todos. 
Que por cada uno de los gritos que acalla 
me retuerzo como los brazos 
de la higuera rizados,  buscando 
un equilibrio con el suelo. 
Él sabe que no me escondo, 
que me ha encontrado y 
que no hay medallas. 
Ignora que los juegos de niños 
los ganaba siempre muerta de risa 
y ahora no soy una pitusa, 
ya lo dijo él con palabras 
mucho más feas. 
Él sabe que todo lo que sangre 
yo voy a sangrarlo, 
aunque no lo entienda; 
y seguirá saltando de satélite a planeta 
en un cosmos donde sólo cabe uno, 
porque como me dijo aquella vez,
  serenamente:

‘Para él todo esto es un juego'.




Nená de la Torriente