domingo, 30 de marzo de 2014

Capullo 


No te atreves a bañarte en este lago 
porque tu ropa no es la apropiada -piensas-, 
y para bañarse en este lugar 
hay que quitarse los paños, 
el calzado,  y hasta los rastros de voz 
que heredamos y nunca entendimos. 

Sigues ahí,  frente a mí,  quieto, 
mirando el agua,  no sabes si debes o no 
acercarte más,  como si eso fuese una 
decisión determinante, 
y yo sonrío. 

Te veo como un capullo asustado 
que siempre 
necesitará de un perro lazarillo,  
¿te imaginas? 
Absurdo. 

Puedes cruzar los océanos 
subido a una tabla,  y
recorrer miles de túneles 
a siete u ocho pétalos; 
pero no sabes si la opinión de unos pocos 
te será inconveniente. 

Te quedas a media esquina 
mirando un lago insignificante, 
asustado 
sin saber qué hacer 
¿me baño? 
¿No me baño? 
Como el capullo 
de una margarita sedienta. 





Nená de la Torriente