martes, 4 de marzo de 2014


Me destierro y 
empujo mis suelas lo más lejos 
que la vista alcance. 
No iré a la  isla de Santa Elena 
que ya he vuelto de una, 
y nunca dirigí tropas ni llegué 
a perder el juicio. 
Pero arrastro este puñado de nadas 
por motivos ecológicos, 
buscando un vertedero al uso 
para darles muerte. 
Tanto ir y venir de mis cosas 
al mundo y del mundo a tus cosas, 
ha dejado hundido el piso, 
y me urge la necesidad imperiosa 
de volver a plantar semillas 
para que crezcan brotes y así tallos 
que acaricien mis pies desnudos. 
Me exilio,  me fugo,  dimito, 
que estoy harta de estar siempre 
con los ojos abiertos, 
y apretando el corazón para que 
no se escape. 





Nená de la Torriente