domingo, 9 de marzo de 2014



Cada mañana,  sin falta, 
se pregunta la imprecisa línea 
del horizonte 
cómo preñar de dicha las tapias 
de esta ciudad gris,  indiferente 
al retardo de las amanecidas. 

Cómo decirles a los feroces

 ¡Mirad! 
¡Detened el vehículo que os remolca! 
Quedaros quietos,  ausentes y transitar 
el vaivén del cielo con la pupilas, 
y con el dedo índice dirigir su desmesurada 
orquesta. 

Y sin respuesta cada mañana 
el horizonte crece con nostalgia, 
alejado de los ojos 
de los feroces. 

Los mismos que volverán a casa 
y escribirán versos empenachando 
verbos, 
burlando quiebros, 
como si hubieran visto quietos,  ausentes, 
la hermosura lenta de la alborada. 





Nená de la Torriente