Creo
que quizá te desato,
y me libero, para
no dejar de creer.
Me dejo llevar
glacial y dividida,
como el jaspe con
sus largas vetas;
excluyo un engarce
que no llegará nunca.
Negando reincido
sin sentir vértigo alguno,
y sabes que miento;
el escollo no existe,
lo oculta solícitamente
la reserva.
Todo es tan vago,
se anticipa o se ausenta;
desde aquí
el mundo me despide,
me conmina al olvido
sólo para salvarte.
Y es que nunca dejarás
que te aborde
porque yo ya te habito
tímidamente,
en un único y desolado
verso,
tan tuyo
y tan herido de mí.
Nená
No has puesto nombre a esa foto, Nená.
ResponderEliminarLa sensación de dejar escurrir arena de entre los dedos.
¿Es tuya esa mano?
glacial y dividida
Besos.
Es cierto no le puse nombre. No es mía la mano, pero sí saqué la foto, y este poema es muy importante para mí.
ResponderEliminarBesos,
Nená