Abrazo el muro,
no lo araño;
quiero sentir su cosmos vivo,
no sé si se enojará el helecho
o algún jazmín escondido.
Todos somos tan nuestros,
tan extraños.
-¡Loca! Me grita una payesa
con una cesta de higos-
Yo sonrío.
no le quiebro;
quiero sentir su intenso encanto,
él me lo devuelve
con cientos de pétalos blancos,
como un aguacero de grana.
Somos todos tan nuestros,
tan extraños,
tan distintos.
Nená
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