He dado giros concéntricos.
Supuse que el mar andaba
cerca
y confundí su sonido
con una quietud nueva.
Anhelé las cosas que se
veían
por la ventana,
como la brisa busca el olor
de la albahaca
y lo arrebata, y lo penetra.
Di interminables volteretas
sin hallar nada,
sólo esa manera torpe
de mecer el tiempo.
Todo estaba allí,
no necesitaba mis ojos,
sólo su penetrable código,
tan sencillo
tan trivial.
La vida es un montón
de piezas únicas,
seducen, confunden
y desafían siempre.
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