Dedícame una voz,
un segundo de luz.
Asígname con insolencia
un ínterin de huellas
para descarriarme.
Inventa un cajón o
una sinrazón,
un espacio sin medida
que me contenga;
y déjame llorar
con un tremendo y
sentido llanto.
Consiénteme sin examen
un quiebro,
perderme,
no hallarme, o
venderme sin cordura.
De infinitas formas
libérame de mí.
Nená
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