miércoles, 30 de abril de 2014


Cuánto y más te extraño 
que en todo poso los ojos 
como lengua de gato en 
los pucheros,  y 

alcanzo notas de violín 
en la voz 
al levantar los teléfonos, 

siempre esperando 
no se sabe qué. 

No dejo de demandarle 
a la vida 
tarjetas de visita 
para hacerme un sombrero, 

para que el sol y las lunas 
sepan que estuve aquí, 
como copa de árbol. 

Me asusta que tardes 
por si no me encuentras aún 
sentada en el lugar de nunca, 

porque debes buscarme 
y eres muy sereno, 

o quizás envié mal las señales 
y el humo confunde cristales
con el mismo cielo,

o me asusta tanto  
 porque tal vez 
no hubo nunca un camino hasta mí. 




Nená de la Torriente