Cuánto
y más te extraño
que
en todo poso los ojos
como
lengua de gato en
los
pucheros, y
alcanzo
notas de violín
en
la voz
al
levantar los teléfonos,
siempre
esperando
no
se sabe qué.
No
dejo de demandarle
a
la vida
tarjetas
de visita
para
hacerme un sombrero,
para
que el sol y las lunas
sepan
que estuve aquí,
como copa de árbol.
Me
asusta que tardes
por
si no me encuentras aún
sentada
en el lugar de nunca,
porque
debes buscarme
y
eres muy sereno,
o
quizás envié mal las señales
y el humo confunde cristales
con el mismo cielo,
o me asusta tanto
porque tal vez
no hubo nunca un camino hasta mí.
Nená
de la Torriente