viernes, 11 de abril de 2014

No todo es lineal y sencillo.
El aliento se sintió raptado, 
una violación de su perímetro. 
Al mismo tiempo se amotinaron las lágrimas 
de su prisión gelatinosa. 
Todo era un caos. 

  

Caos es la palabra más fea,  se dijo el juicio, 
adicto a los bálsamos servidos en copa 
de pie alto. 

¿Dónde estaba la salida hacia el salón de baile? 
Ya había  rodado el rimel, 
había perdido los zapatos, 
y no tenía aliento para besar a nadie, 
bailar se había convertido en el destino.




¿La puerta roja o tal vez la puerta argenta? 
La roja parecía extremadamente apasionada, 
el ojo gritó un ¡no! inquebrantable, 
su pobre aspecto iba a ser anodino, 
sin sentimiento, sin picardía ni deseo. 
Se acordó rechazarla. 



La argenta era demasiado pomposa y muy fría. 
Los pies gritaron ¡no! de una forma determinante 
¿adónde querían ir,  a helarse? 
A regañadientes se acordó el segundo no. 



¿Qué les quedaba? 
¡Bailar sobre su propio vestido! 
Y una carcajada salió de una garganta antes estática.




Ahora empezaba a tener todo algún sentido,
porque no es un caos lo que anda descolocado, 
el verdadero caos es lo que desbaratado 
no encuentra un sitio para un fin. 





Nená de la Torriente