No todo es lineal y sencillo.
El
aliento se sintió raptado,
una
violación de su perímetro.
Al
mismo tiempo se amotinaron las lágrimas
de
su prisión gelatinosa.
Todo
era un caos.
Caos
es la palabra más fea, se dijo el juicio,
adicto
a los bálsamos servidos en copa
de
pie alto.
¿Dónde
estaba la salida hacia el salón de baile?
Ya
había rodado el rimel,
había
perdido los zapatos,
y
no tenía aliento para besar a nadie,
bailar
se había convertido en el destino.
¿La
puerta roja o tal vez la puerta argenta?
La
roja parecía extremadamente apasionada,
el
ojo gritó un ¡no! inquebrantable,
su pobre aspecto iba a ser anodino,
sin
sentimiento, sin picardía ni deseo.
Se
acordó rechazarla.
La
argenta era demasiado pomposa y muy fría.
Los
pies gritaron ¡no! de una forma determinante
¿adónde
querían ir, a helarse?
A
regañadientes se acordó el segundo no.
¿Qué
les quedaba?
¡Bailar
sobre su propio vestido!
Y
una carcajada salió de una garganta antes estática.
Ahora
empezaba a tener todo algún sentido,
porque
no es un caos lo que anda descolocado,
el
verdadero caos es lo que desbaratado
no encuentra un
sitio para un fin.
Nená de la Torriente