martes, 8 de abril de 2014

-Aquel otro tiempo,
una mirada sin amargor-



Nunca me conociste, 
tantos años y no reparaste 
en nada. 
No supiste con quien compartías 
taza en el desayuno, 
ni las risas en carcajada de catarata. 




Tantos años y nunca me creíste, 
era inconcebible pensar que un ser humano 
inteligente pareciera tan fuerte 
y tan débil e inocente a la vez. 
Debiste pasarlo muy mal con una amenaza 
tan directa. 
Te alcanzaba no poder controlar lo desconocido, 
aunque lo intentaste durante demasiado tiempo, 
sometiendo todas las leyes de mi naturaleza. 
Contabas con mi humanidad,  y con que 
hacer la vida más fácil me resultaba sencillo 
¿por qué complicarla si ella ya se enredaba sola? 
Yo me equivoqué en muchas cosas. 
La más seria,  ponerme en tu lugar 
desde mí. 
Así todas las sumas, 
las restas, 
las multiplicaciones, 
me salían siempre equivocadas. 





Nená de la Torriente