sábado, 12 de abril de 2014

-Sábado para un cuento-

La niña recorrió 
los canales despejados y curvos 
de la concha de un caracol, 
presintiéndose en casa. 
No esperaba a nadie 
y construyó una puerta 
con hojas pardas y tallos mustios 
de geranio, 
que retrasarían el vaguido 
de las ausencias. 
Había encontrado un hogar 
a su medida, 
sordo de mundo 
pero con el eco acanalado 
que trasformaba el sonido 
en extrañas formas. 
A nadie le afectaba su vida 
¿Con quién iba a negociar? 
Sólo conectaba su rumor en verso 
de hoja de hierba
-que cosía atropelladamente, 
con colores fríos y cálidos- 
y sólo en tardes de sol panzudo. 
Se sintió a salvo. 
Sólo saldría aquellos atardeceres, 
y dejaría sus rumores apoyados 
en la primera roca 
que encontrase con musgo. 




Nená de la Torriente