sábado, 5 de abril de 2014

DA


Cómo nos preña la inocencia 
cuando queremos salvarnos de 
este mundo. 
Cómo corremos embravecidos 
con octavillas en los puños, 
llevando en ellos nuestro 
nombre. 
Cómo nos tenemos por peritos 
de todos los credos, 
si la diligencia es la propia vida. 
Nombramos la palabra ‘Amor’ 
y creemos que toda la villanía 
y lo nefando, 
la ignominia y lo degradante 
de la conducta del que aun sonríe, 
desaparecerá por una  
honestidad escrupulosa. 
¡Qué inocencia la nuestra! 
No aprendemos nunca. 
El ‘Amor’ no lo puede todo, 
pero que eso no nos haga cambiar 
ni un milímetro 
nuestra expectante conducta. 




Nená de la Torriente