DA
Cómo
nos preña la inocencia
cuando
queremos salvarnos de
este
mundo.
Cómo
corremos embravecidos
con
octavillas en los puños,
llevando
en ellos nuestro
nombre.
Cómo
nos tenemos por peritos
de
todos los credos,
si
la diligencia es la propia vida.
Nombramos
la palabra ‘Amor’
y
creemos que toda la villanía
y
lo nefando,
la
ignominia y lo degradante
de la conducta
del que aun sonríe,
desaparecerá
por una
honestidad
escrupulosa.
¡Qué
inocencia la nuestra!
No
aprendemos nunca.
El
‘Amor’ no lo puede todo,
pero
que eso no nos haga cambiar
ni
un milímetro
nuestra
expectante conducta.
Nená de la Torriente