Esta
noche,
la
más amarga,
siento
cómo me acaricia
el
aire las manos.
No
son ellas las que rozan dulce
en
su delicado trasiego lento,
es
el húmedo oscuro quien las besa.
No
somos protagonistas de nada,
ni
lo fuimos nunca.
Ni
siquiera de aquellas palabras
que
creímos nuestras.
Nos
tomaron al asalto,
como
quien toma un castillo
y
lo conquista,
haciéndose
con el botín en unas
pocas
horas.
Ya
ves, hoy me duele cada hueco
que
despierta herido y con la cama revuelta,
sin
una palabra tuya,
sin
ningún poder en mi boca,
y
no podemos hacer nada
porque
no somos los protagonistas
de
esta historia,
ni
acaso lo seremos nunca,
aunque
lloremos hasta
llovernos por dentro.
Nená de la Torriente