...
Esa
extraña manera
como
entornan las pestañas
las
aceras,
a
veces con restos de lo que fuimos,
otras
con hojas secas,
me
acerca a la memoria
el
fluir de los ríos, ahora tan lejos,
como
el pasaje que se destila dentro
de
mí semana a semana.
Escucho
el goteo y discurrir
de
permutas y mudanzas,
como
el acto más natural de la vida
-si
la rémora o el obstáculo fuese el ajetreo
sólo
tendría ganancias y méritos
nunca
desventajas-
Y
el caso es que yo sólo quiero descansar
en
el hombro del amigo que no encuentro.
No
pido mucho,
cinco
minutos a lo sumo para sentir
el
reglaje de esas dos palabras confortables
de
”parada y fonda”,
para
olvidar por unos minutos que en el fondo
no
todo es argumento de querencia,
y
este mundo ofrece más que una intención.
Nená de la Torriente