miércoles, 9 de abril de 2014

...

Esa extraña manera 
como entornan las pestañas 
las aceras, 
a veces con restos de lo que fuimos, 
otras con hojas secas, 

me acerca a la memoria 
el fluir de los ríos,  ahora tan lejos, 
como el pasaje que se destila dentro 
de mí semana a semana. 

Escucho el goteo y discurrir 
de permutas y mudanzas, 
como el acto más natural de la vida 
-si la rémora o el obstáculo fuese el ajetreo
sólo tendría ganancias y méritos
nunca desventajas-

Y el caso es que yo sólo quiero descansar 
en el hombro del amigo que no encuentro. 
No pido mucho, 
cinco minutos a lo sumo para sentir 
el reglaje de esas dos palabras confortables 
de ”parada y fonda”, 

para olvidar por unos minutos que en el fondo 
no todo es argumento de querencia, 
y este mundo ofrece más que una intención. 




Nená de la Torriente