miércoles, 9 de abril de 2014

SOMOS INSTANTES


Cuántas rasantes
para llegar a un lugar 
a escasa distancia. 
No sé si escogemos el tortuoso 
camino, 
o es una especie de signo 
que cae con alguna extraña moneda 
-siempre me inclino a pensar que somos 
idiotas- 

Hoy he visto desde mi ventana 
una fracción de vida 
-ya estamos con las escisiones-. 
He visto a los árboles invariables 
a las inclemencias o bonanzas 
de las estaciones,  aguantando
las sucias palomas cruzándolos 
como si hicieran viajes trasatlánticos. 

Vi al humanista pasar casi de puntillas, 
con el periódico pluscuamperfecto 
doblado inmaculadamente por sus cuatro esquinas, 
llevando un libro de edición limitada, 
iba solo,  solo, solísimo, 
con el pelo repeinado y el cuello erguido. 

Recordatorio:
‘No me dejes mamá ser una humanista,  olvidan 
el intrincado mundo de color de los seres humanos 
que se tocan,  y la expugnable pero no menos difícil 
carrera de comprender la humanidad desde 
el roce.’ 

También he visto a un poeta, iba haciendo pliés 
y Demi pliés por toda la avenida, 
no sabía como colocarse para sentir a su musa, 
abrazaba el árbol,  colocaba su pierna encima 
del respaldo hasta que una gaviota le cagaba encima
y gritaba :
“¡La madre que la parió!"
y toda su gentil búsqueda de la sensibilidad desaparecía. 

Después me puse de espaldas a la ventana 
y recordé lo que había visto, 
sentí el deseo de escribir e 
intenté vivir en cada uno de ellos. 

De todos,  me hubiera gustado ser la paloma, 
es una lástima que no sienta ningún afecto por las aves… 




Nená de la Torriente