SOMOS INSTANTES
Cuántas
rasantes
para
llegar a un lugar
a
escasa distancia.
No
sé si escogemos el tortuoso
camino,
o
es una especie de signo
que
cae con alguna extraña moneda
-siempre
me inclino a pensar que somos
idiotas-
Hoy
he visto desde mi ventana
una
fracción de vida
-ya
estamos con las escisiones-.
He
visto a los árboles invariables
a
las inclemencias o bonanzas
de
las estaciones, aguantando
las
sucias palomas cruzándolos
como
si hicieran viajes trasatlánticos.
Vi
al humanista pasar casi de puntillas,
con
el periódico pluscuamperfecto
doblado
inmaculadamente por sus cuatro esquinas,
llevando un libro de edición limitada,
iba
solo, solo, solísimo,
con
el pelo repeinado y el cuello erguido.
Recordatorio:
‘No
me dejes mamá ser una humanista, olvidan
el
intrincado mundo de color de los seres humanos
que
se tocan, y la expugnable pero no menos difícil
carrera
de comprender la humanidad desde
el roce.’
También
he visto a un poeta, iba haciendo pliés
y
Demi pliés por toda la avenida,
no
sabía como colocarse para sentir a su musa,
abrazaba
el árbol, colocaba su pierna encima
del
respaldo hasta que una gaviota le cagaba encima
y
gritaba :
“¡La madre que la parió!"
y
toda su gentil búsqueda de la sensibilidad desaparecía.
Después
me puse de espaldas a la ventana
y
recordé lo que había visto,
sentí
el deseo de escribir e
intenté
vivir en cada uno de ellos.
De
todos, me hubiera gustado ser la paloma,
es
una lástima que no sienta ningún afecto por las aves…
Nená de la Torriente