jueves, 17 de abril de 2014


Mordida en blanco,

tu huella se extiende

en todas las cárcavas

que las aguas dejaron

en la tierra.

La bella herida

se abre paso como el beso

en la boca dilecta.

Ahonda en peso

lo que en olor

emanan jardines

de cientos de rosas.

Sigo aquí envejeciendo,

suspendida por tanta belleza.

Comparo mi pequeña cicatriz

como una peca

con tu sutura abierta

y jadeo en ti como el surco

de arena,

a la espera siempre,

a la espera,

para que me ocupes

limada o no,

con tu definida estela. 
 

 

Nená de la Torriente