tu
huella se extiende
en
todas las cárcavas
que
las aguas dejaron
en
la tierra.
La
bella herida
se
abre paso como el beso
en
la boca dilecta.
Ahonda
en peso
lo
que en olor
emanan
jardines
de
cientos de rosas.
Sigo
aquí envejeciendo,
suspendida
por tanta belleza.
Comparo
mi pequeña cicatriz
como
una peca
con
tu sutura abierta
y
jadeo en ti como el surco
de
arena,
a
la espera siempre,
a
la espera,
para
que me ocupes
limada
o no,
con
tu definida estela.
Nená de la Torriente