Nadie
te dijo:
Eres
raro
Pequeñas
palabras
aterciopeladas
-a
menudo amaneradas-
de
lo especial, señalado
-te
hubiera gustado saber por quién-,
diferente
por un motivo
extraordinario, y
que
tarde o temprano asombrarías.
Nadie
pasó sus ojos por ti
como
si tal cosa,
como
tú lo hacías con los objetos.
Pero
te mostrabas tan seducido
por
la normalidad,
como
aquellos otros ordenados
sentían
perplejidad por ti.
‘Nunca
llueve a gusto de todos’
te
parecía la frase más estúpida
del
mundo,
la
más cruel y la más derrotada.
Con
tiempo comprobaste la negatividad
de
la normalidad, lo letárgica,
¿dónde
el espoleo, cuándo el solivianto?
Y
te diste cuenta que a fin de cómputo,
no
era tan fascinante
ser
como todos…
Nená de la Torriente