lunes, 14 de abril de 2014

MUERTA

Las horas sin reserva 
sacuden las nubes como 
alfombras viejas. 
Desde aquí las luces se ven tan vagas 
que apetece apuntarlas con el dedo 
y dispararlas. 
Y pensar que tanta gravedad se cocina ahí abajo, 
cuando está todo rodeado de aire, 
liviano y sutil aire, 
que ni parpadea. 
Tanto dolor para acabar muerto, 
tanta espera. 
Le miro escribir desde su propia espalda, 
y me gustaría abrazarle 
y susurrarle un 'te quiero, 
estoy a tu lado mi siamés, 
cuando te levantes te morderé el culo'
Y pensar que sus enormes ojos 
ahora los voy a ver a diario, 
a cada instante 
sin tener que cerrar los ojos. 
Si lo hubiera sabido antes… 
Que tenía que estar muerta para verle… 




Nená de la Torriente