Me
perdono esta ilusión
de
andar de lado cuando debo
andar derecha,
de
bajar los ojos cuando la amenaza
se me viene encima,
o cuando salta el sapo y yo le sigo
ignorando
si crujirán mis piernas.
Me
perdono esta inconstante
locución
de necia,
de
hoy cartón y mañana piedra,
y
entre tanto ¡pobre loca!,
carcajada o desconsuelo.
Me
perdono esta infame ortografía
que
sugiere una -b invertebrada,
que
engulle palabras
y
olvida términos,
para
llegar antes a ti o a tu boca.
Me
perdono parecer que sé
no sabiendo nada de nada,
y dibujar garabatos
de
colegio,
para dar color a lo más feo,
o capturar la luz cada vez que la veo
para
pintarle una sombra,
y que no se sienta sola.
Tanta
tontería yo me perdono,
¿cómo
no voy a perdonarte a ti?
Nená de la Torriente