martes, 22 de abril de 2014

 

 
A cucharadas te quita
lo que con devoción
te entrega,
 
siempre
en oscilación tenaz, 
 
 
y tarda en llegar a la orilla
que tan bien divisa,
como una escena repetida. 
 
El mundo se arrodilla
en el filo de una hoja
que no se aguza
y con toda su gravedad
no la curva,
  
en él sus articulaciones
tampoco se quiebran
ni se derriban.
 
Así nada se entiende
o se paraliza, 
 
como lo que no se alcanza
llegando siempre,
 
o lo que es de uno
y nunca se acaricia.
 
Ríe el océano como varón
que pare,
no siendo mujer ni
habiendo sido concebida.
 
 
¿Cómo has llegado hasta aquí
y quién te desvía?
 Cuenta el reverbero 
 de las mismas aguas,

 
que en la vida no quedan
misterios ni complejos desvelos,
que escasean
ojos atentos
 y
mentes sencillas.
 
 
Nená de la Torriente