A
cucharadas te quita
lo
que con devoción
te
entrega,
siempre
en
oscilación tenaz,
y
tarda en llegar a la orilla
como
una escena repetida.
El
mundo se arrodilla
en
el filo de una hoja
que
no se aguza
y
con toda su gravedad
no
la curva,
en
él sus articulaciones
tampoco
se quiebran
ni
se derriban.
Así
nada se entiende
o
se paraliza,
como
lo que no se alcanza
llegando
siempre,
o
lo que es de uno
y
nunca se acaricia.
Ríe el
océano como varón
que
pare,
no
siendo mujer ni
habiendo
sido concebida.
¿Cómo
has llegado hasta aquí
y
quién te desvía?
Cuenta el
reverbero
de las mismas aguas,
que en
la vida no quedan
misterios
ni complejos desvelos,
que
escasean
ojos
atentos
y
mentes
sencillas.
Nená de la Torriente